La Nación, 29 de julio de 2024
Más de 1200 chicos y chicas pudieron su testimonio en compañía de animales preparados para descomprimir la angustia; por su éxito, el programa del Ministerio Público Tutelar de CABA empezó a ser replicado en otras provincias
Rocío sabía que iba a ser una mañana difícil. Tenía que ir a declarar por los abusos que había vivido en su infancia. Sus manos volvieron a transpirar como en aquellos años de silencio y dolor. Su respiración se agitaba y la garganta se le resecaba. Su terapeuta le había explicado que ese testimonio la ayudaría a sanar. Con solo 13 años, Rocío sentía que el mundo era un lugar hostil y no confiaba en nadie.
Cuando atravesó la puerta de cristal del piso 12 del Ministerio Público Tutelar, pasó al lado de un banner enorme con la imagen de un perro tierno y vivaz, pero ni lo notó. Se sentó con su mamá a esperar a la psicóloga que le tomaría la declaración. Le prometieron que sería esa vez y nunca más. Sus manos transpiraban cada vez más. La psicóloga se acercó a saludarla con amabilidad, pero Rocío ya tenía decidido que no iba a declarar, para sorpresa de su mamá y la profesional.
Preparada para estas situaciones, la psicóloga le preguntó si igual quería conocer a Titán, un perro golden retriever que formaba parte del equipo, mientras gestionaban la documentación a firmar. Rocío no respondió, todo le daba igual. Titán se acercó solo y se recostó a su lado. Pasaron unos minutos y ella empezó a acariciarlo. La mirada tierna del perro y el calor de su cuerpo robusto apoyado contra ella atrajeron, finalmente, su atención.
Luego de un rato de estar con él, Rocío se sintió mejor y cambió de opinión. Recordó lo que había hablado tantas veces en su terapia y le dijo a su mamá, al oído, que iba a hacerlo. Entró a la Sala de Entrevistas Especializada sabiendo que Titán la esperaba afuera cuando terminara. Al salir, se sentó de nuevo junto a él, estuvo en silencio y el perro se quedó acurrucado a su lado. Ella lo abrazó y se fue. A las pocas semanas, Roció volvió para traerle un dibujo en el que estaban ella, él y una sola palabra, escrita en letras mayúsculas y trazos temblorosos: “Gracias”.
Los perros que ayudan a sanar
Titán fue el primer perro del país entrenado para la asistencia judicial en el acompañamiento a niñas, niños y adolescentes víctimas de abuso, violencia y otros delitos, como hostigamientos, maltratos, amenazas, bullying y violencia familiar. En marzo de este año murió, pero dejó dos discípulos: Brownie y Donna, un labradoodle y una golden retriever que aprendieron de él imitando su comportamiento. Se sumaron al equipo luego de los buenos resultados obtenidos desde que, en 2019, se inauguró el Programa Perros de Terapia para Asistencia Judicial del Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires.
“En 2019 empezamos la prueba piloto con los perros para buscar herramientas que reduzcan los niveles de estrés y de angustia que traían los chicos”, dice Laura Grindetti, asesora General Adjunta de Niñas, Niños y Adolescentes del Ministerio Público Tutelar. El 90% de los que llegan a la entrevista aceptan la compañía de los perros, de acuerdo a una evaluación realizada entre mayo de 2023 y marzo de 2024 por el propio organismo. Grindetti resalta que la iniciativa nació para que “ese momento sea un proceso de reparación y así poder humanizar un poco más la Justicia”.
De acuerdo a esta primera Evaluación de Impacto del programa, el 80% de los casos denunciados por niños, niñas y adolescentes de entre 3 y 17 años son de abuso sexual. El equipo está formado por seis psicólogos especializados en investigación forense, preparados para este tipo de entrevistas, de acuerdo a la guía de buenas prácticas elaborada por el ministerio e inspirada en la guía de UNICEF. En ella se recomienda que sea por única vez para no revictimizar a las víctimas y se destaca que hacerlo es un derecho y no una obligación.
Esta iniciativa se da en un contexto en el que los abusos en la infancia y adolescencia son poco condenados. De acuerdo a una investigación de Red por la Infancia, de cada 1000 casos de abuso sexual en la infancia y adolescencia, solo 100 se denuncian y apenas uno se condena.
El paso a paso de la entrevista
Como Rocío, a quien llamamos así para preservar su identidad, todos los niños, niñas y adolescentes llegan a la entrevista separados en turnos de dos horas. Al ingresar, se les consulta si quieren conocer a Brownie y a Donna y 9 de cada 10 aceptan la invitación. Van junto a la persona que los acompaña a una sala contigua, a donde llegan los perros con Carlos Agudo, su entrenador, quien hasta 2019 trabajaba como empleado administrativo del organismo, pero al terminar su jornada laboral se dedicaba a ser adiestrador profesional de perros. Había empezado a hacerlo desde muy joven y se especializó en el entrenamiento de perros para terapias a chicos con discapacidad, además de graduarse como psicólogo social.
“Lo que rescato del programa es que esa sorpresa linda de encontrarse con los perros aliviana un poco la carga emocional con la que llegan los chicos”, señala el instructor de 45 años, cuyo hijo mayor está siguiendo sus mismos pasos, y agrega que “frente a todo lo que ellos pasaron, desde un mundo adulto que los defraudó y desprotegió hasta el miedo de contar algo que les pueda traer consecuencias, los perros les ofrecen confianza y cariño instantáneamente”.
Antes del encuentro, Carlos debe elegir si lleva a Donna o a Brownie, de acuerdo al carácter y edad de los entrevistados. La intervención con los perros es antes y después de la entrevista y puede durar entre 10 minutos hasta media hora. “La duración depende de cada niño: damos turnos de dos horas para que cada chico tenga el tiempo que necesite”, dice Denise Benatuil, psicóloga y coordinadora de la Sala de Entrevistas Especializada. “Ningún chico se va de acá angustiado”, agrega.
Los perros y su rol en la entrevista
En la Sala de Entrevistas Especializada hay solo dos mesas: una grande y una pequeña, con dos sillas de colores cada una, que contrastan en ese espacio de paredes blancas, sin juguetes ni imágenes. “Esto es así para evitar distracciones y para que ningún estímulo los haga resignificar nada o pueda contaminar el relato”, explica Benatuil, y detalla que, antes de empezar la entrevista, ingresan con ellos para mostrarles el lugar, las cámaras que los filmarán y dónde se van a sentar. “Algunos preguntan quiénes van a estar mirando los monitores y si pueden elegir a las personas que lo harán, porque muchas veces no quieren que haya determinadas personas, pero en otras ocasiones, como en los que se denuncian violencia y maltratos, buscan asegurarse de que se los escuche, principalmente los adolescentes”, explica.
En todos los casos, Brownie y Donna esperan afuera junto a Carlos y también ha sucedido que los niños más pequeños, antes o durante la entrevista, piden que el perro ingrese con ellos. La respuesta de la autorización llega rápidamente porque dos pisos más arriba están el juez, los fiscales y los abogados defensores ocupando otra sala, conectados por un circuito cerrado de video y seis monitores les permiten ver y escuchar todo lo que sucede en la entrevista.
“Esto es diferente a una Cámara Gesell tradicional, en la que muchas veces se pueden distraer si del otro lado del vidrio hay luces o se traslucen movimientos”, explica Grindetti, resaltando lo novedoso de esta disposición. “Evitamos cualquier cruce con los imputados, que muchas veces también están en la entrevista, a pedido de sus abogados, como una estrategia de defensa”, agrega Grindetti.
Los mensajes de los niños y adolescentes a los perros
“Titán y Brownie me hicieron sentir más contenta para entrar”. “Me puso tranquila, me sentí como si estuviera con mi perra”. “Me sentí mucho más relajada, pude sacar ese miedo y angustia que tenía y sentirme más confiada y segura en mí”. “Me hicieron sentir bien a pesar de lo que me pasó”. Estos son algunos de los mensajes escritos o grabados en audio que dejaron muchos de los 1.251 entrevistados que pasaron por la sala desde 2019 hasta hoy, en un dispositivo que cuelga de la pared, a la salida de las entrevistas, con un software especialmente diseñado para este fin.
Brownie y Donna son como dos empleados más del ministerio. Cada mañana, Carlos los trae en su auto, los sube al ascensor, los viste con un chaleco azul que lleva el nombre oficial del ministerio y cumplen un horario. “Cuando tienen puestos sus chalecos, son perros de trabajo, pero cuando se los quito, corren y dan vueltas por los pasillos como dos cachorros y todos los miman”, dice Carlos, mirándolos y acariciándolos con orgullo. Tienen una oficina especial donde comen y descansan. Cada dos horas, él los saca a pasear y los hace descansar. “Yo trato de poner disciplina con la comida, pero acá me los malcrían”, agrega con una carcajada y comenta que muchos fines de semana también se van con otros miembros del equipo para practicar el desapego.
Ángeles sin alas
Aldo de la Fuente, titular de la Unidad Fiscal Para la Investigación de Delitos contra la Integridad Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes de la Procuraduría General de la Nación, lleva 18 años trabajando en este tipo de casos y está sorprendido por los resultados que obtienen a partir de este programa, que también se está replicando en Neuquén, en Mendoza y algunos departamentos judiciales de la provincia de Buenos Aires.
“La importancia de esta intervención es sublime porque si no tenemos relatos, no hay causa, y si no se esclarece el delito, tendríamos una nueva victimización”, aclara el fiscal, subrayando varias veces la importancia de dar una respuesta a las víctimas. “La condena es reparadora, principalmente desde el punto de vista emocional, para poder sanar y seguir adelante”, añade. A pesar de su larga experiencia, dice no dejar de sorprenderse con cada delito contra las infancias que tiene que enfrentar y considera que los perros “son ángeles sin alas, porque muchas víctimas entran de manera relajada a declarar después de estar con ellos y allí se nota claramente el trabajo con el perro”.
El día después
A lo largo de estos cuatro años, Carlos Agudo y el equipo de la Sala de Entrevistas Especializada han recibido la visita de varios niños y adolescentes tiempo después de su declaración, para volver a ver a Titán, Brownie y Donna. Les traen regalos y dibujos que Carlos guarda en una carpeta. Los muestra y se emociona al ver a Titán, el más representado, por haber sido el que estuvo más años allí. Inmediatamente, empieza a relatar una anécdota: “Un chico de un hogar que vino a hacer su declaración, se había estado negando reiteradamente, durante muchos años, al proceso de adopción. Tiempo después de haber conocido a Titán, aceptó ser adoptado, pero pidió que su primer encuentro de vinculación con la familia adoptiva sea en el Ministerio Público Tutelar, para que el perro esté con él”.
Mientras Carlos habla, Brownie y Donna, liberados de sus chalecos, corren por los pasillos de las oficinas y se escuchan gritos y risas de niños que los ven pasar por las puertas de otras salas del Ministerio, donde están por diferentes motivos judiciales. “Es muy gratificante pensar que el programa con perros sea una experiencia resiliente, que les sirva para modificar algo, para cerrar heridas”, dice Laura Grindetti y añade: “No vamos a poder evitar lo que les pasó, pero quizás esta experiencia les permita encaminarse hacia adelante”.
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