El Argentino, 20 de enero de 2011
Por Emilio García Méndez
Abogado, especializado en derecho de menores. Presidente de la Fundación Sur. Testimonio recogido telefónicamente.
Es lamentable el absurdo total que es este país en materia de respuesta jurídica a este problema. Lo que necesitamos es una ley de responsabilidad penal juvenil. Somos el único país de Latinoamérica que no la tiene y en su lugar tenemos un decreto de la dictadura que dice que los menores de 16 años son inimputables y no punibles. Eso, en términos prácticos, no quiere decir que no pueden ser privados de la libertad, lo que quiere decir es que no pueden tener un debido proceso. Y como no pueden tener un debido proceso nunca se sabrá si este chico es el autor o no del crimen. Como no tenemos aquella ley de responsabilidad penal juvenil, se utilizan los sistemas terapéuticos como formas encubiertas de cárcel. Para este chico, el fiscal pide una restricción de su libertad ambulatoria, que es como pedir que se viole la ley, que es muy clara al respecto, entonces, para satisfacer a la opinión pública por vía oblicua se usa la privación de la libertad en una comunidad terapéutica. Y así asistimos en la Argentina cada vez más al incremento del uso de la privación de libertad en instituciones no penales.
Lo que pasa con este chico es un ejemplo de la doble aberración a la que asistimos: que nunca tendrán un debido proceso y a la utilización de instituciones terapéuticas como instituciones penales.
Pero ojo, una ley como la que reclamamos no es para solucionar el problema. Para eso están las políticas sociales. La ley de responsabilidad penal juvenil es para administrar el problema.
Lo primera que habría que hacer es establecer un debido proceso. Si a uno lo acusan de cometer un delito lo primero que hace uno es defenderse, pedir un abogado, porque todos tenemos derecho a un debido proceso. O uno aceptaría que se lo procese mediáticamente. Este chico necesita un debido proceso. De lo contrario está privado de su libertad y sin siquiera un proceso debido.
Este debate no se resuelve porque la represión ilegal ha sido tan brutal, tan desmesurada, que no se logra articular un discurso serio y sin culpa sobre la represión legal.
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