La Nación, 4 de julio de 2010
Con vistas a la firma de los dictámenes que habiliten el tratamiento de la ley de matrimonio homosexual en el Senado, LA NACION realizó una mesa redonda en la que cuatro especialistas expusieron sus razones en favor y en contra del conflictivo cambio legal.
Loreley Gaffoglio
"Las uniones gay deberían regularse en el campo del derecho común." "Es necesario que el Estado legisle y atienda una realidad que ya existe." "La diferencia sexual no es una cuestión arbitraria de la ley de matrimonio, es su esencia." "Gays y lesbianas somos exactamente igual que el resto de las parejas." Así, en un debate de casi dos horas, y por momentos acalorado, éstos fueron algunos de los conceptos expuestos en favor y en contra del proyecto de ley de matrimonio gay por cuatro especialistas convocados por LA NACION.
La discusión se tornó álgida y subió de tono en varios tramos, como cuando se abordó la dimensión psicoafectiva de las uniones de personas del mismo sexo. O cuando se ahondó en el trayecto que recorre la psiquis y que lleva a preferir sexualmente a un igual, según explicó el psiquiatra, Alberto Riva Posse, especialista en Salud Mental de la Universidad Favaloro. Participaron, además, el asesor de la Comisión de Seguimiento Legislativo del Episcopado, Nicolás Lafferriere; el secretario de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, Esteban Paulón, y la asesora general tutelar de la ciudad de Buenos Aires, Laura Musa. A continuación, los tramos más salientes del debate.
- ¿Debería aprobarse el matrimonio gay en el Congreso, donde está siendo discutido?
Nicolás Lafferriere: -El proyecto de ley en su confección técnica es un mamarracho jurídico, y hay tres argumentos centrales que lo hacen inviable. Para la Constitución y los tratados internacionales, el matrimonio es entre varón y mujer. Además, al habilitar a las futuras uniones a adoptar se priva a los niños de lo mejor, que es poder educarse con un papá y una mamá, roles que no son intercambiables. Esta ley altera el régimen filiatorio y vulnera el derecho a la identidad del niño cuando permite inscribirlo con dos mamás o dos papás, como en el caso de la concepción por inseminación artificial o por una infidelidad consentida.
Laura Musa : -Estoy a favor de que el Estado proteja situaciones de hecho que en nada afectan a terceros. Es de estricta justicia. La ley no crea esa realidad, ya existe. Pero es lamentable que se utilice la ley de adopción para atacar al matrimonio gay. Y no me parece que sea el momento de debatir la fertilización asistida. Menos, que se la utilice como freno a otra ley porque no está regulada y no se encuentran otros argumentos.
Esteban Paulón : -El Código Civil discrimina cuando restringe la posibilidad de contraer matrimonio sólo a las personas gay. Una sociedad democrática va modificando sus instituciones e incorporando las nuevas realidades a su legislación. Hasta 1888 se permitía sólo el matrimonio religioso y no el civil, y, hasta 1940, la mujer no podía votar. El derecho se debe adaptar. Once jueces ya entendieron que el sentido constitucional es el de ampliar el derecho. Ya hay ocho matrimonios gays válidos y, antes del 14 de este mes [cuando está previsto el tratamiento de la ley en el Senado], seguramente habrá más. Por otro lado, nuestras familias ya existen porque las podemos adoptar. Y no es cierto, según muestran los estudios, que los niños crezcan mejor con un papá y una mamá. Los niños tienen derecho a un hogar con contención, amor, protección y reconocimiento.
Alberto Riva Posse : -Es necesario entender que la diferencia sexual no es una cuestión arbitraria de la ley. En ella se posa nada menos que la estructuración psíquica de las personas, la aceptación del padre, la separación de la madre y, en consecuencia, la posibilidad de entender a un otro. La identificación con el padre que cuida la vida que crece, respetuoso de la vida de cada uno, es la base de las conductas que fundamentan la verdadera democracia. Sólo la gente que está íntegramente bien identificada con la paternidad, el autodominio emocional y el respeto humano se sustenta como persona, sin que el Estado dirija la vida personal.
En cambio, con gente sin una clara aceptación de la alteridad y de la diferencia sexual surgen personas con vínculos inestables, que fácilmente incurren en imposiciones sobre los otros, desconociendo su autonomía. Una paternidad asumida es la base del respeto social. Por eso, la palabra matrimonio no puede ser destruida en su significado semántico. Con este proyecto intentan imponer un cambio a la sociedad de una manera violenta. Quieren cambiar la manera de estructurar el matrimonio y las relaciones entre las personas. ¿Por qué el 4 por ciento de la población, mediante una pretensión narcisista, debe cambiar la ley de todos y destruir la manera de pensar acerca de las diferencias de sexo? A partir de una ley así, se va a enseñar que la diferencia sexual no existe y que la visión común del matrimonio es absurda. ¿Por qué no lo dicen?
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