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Chicos que tienen su lugar en el mundo

Página 12, 29 de febrero de 2012

En 2003, seis de cada diez chicos y chicas urbanos vivían en un asentamiento. En 2010, la proporción bajó a dos de cada diez. Unicef presentó ayer un informe mundial sobre el estado de la niñez. Resaltó logros en Argentina y advirtió sobre los desafíos pendientes.

Tres nenas bailan en un reducido patio de tierra frente a una enclenque casilla de chapa y lonas. Es el atardecer. No muy lejos de ahí se levantan varios edificios de departamentos, que lucen muy confortables. El contraste salta a la vista. Pero no sorprende: es un paisaje conocido. Podría ser una postal del barrio porteño de Retiro, de la Villa 31 y las torres de oficinas que se levantan sobre Leandro N. Alem o los pisos de la Avenida del Libertador. Pero a lo lejos se ven algunos cerros. No es Buenos Aires. Es un asentamiento precario de Caracas. La fotografía ilustra la tapa del nuevo Informe de Unicef sobre el Estado Mundial de la Infancia 2012, dedicado a “Niñas y niños en un mundo urbano”, cuyo eje principal son las profundas desigualdades al interior de las ciudades y su impacto en la vida y el ejercicio de los derechos de la niñez y la adolescencia. Al presentar el informe, el representante de Unicef Argentina, Andrés Franco, destacó ayer que Argentina y Colombia son los países de la región de América latina y el Caribe que “más éxito” tuvieron a la hora de reducir los asentamientos mediante la provisión de mejores viviendas, abastecimiento de agua segura y servicios de saneamiento.

 

En 2003, seis de cada diez chicos y chicas urbanos vivían en un asentamiento en la Argentina. En 2010, esa proporción se redujo notablemente a dos de cada diez, precisó Franco. En ese período, la proporción de niños, niñas y adolescentes urbanos en situación de pobreza disminuyó considerablemente, de 63,8 a 17,3 por ciento en el país, indicó Franco. Pero todavía –apuntó– casi la mitad de los hogares en Argentina no tiene cobertura de desagües cloacales. Y dos de cada diez carecen de agua de red. En promedio, el 16,6 por ciento de la población vive en viviendas deficitarias, enumeró, para dar cuenta de los desafíos pendientes para mejorar la vida de los chicos y las chicas en las ciudades. “Necesitamos hablar de ellos. El ejercicio de sus derechos en las urbes tiene particularidades”, indicó en diálogo con Página/12, luego de encabezar la presentación local del Informe de Unicef sobre el Estado Mundial de la Infancia 2012.

 

Franco destacó que desde 2003 “todos los indicadores de infancia han mejorado” en la Argentina igual que “las asignaciones presupuestales para la infancia”. “Ha habido una gestión pública exitosa” y “lo importante es que vemos interés en seguir mejorando”, añadió. Pero advirtió que “hay que mirar las desigualdades al interior de las urbes”. En ese sentido, señaló que “al interior de la ciudad de Buenos Aires hay inequidades enormes que quedan ocultas en los promedios”.

 

En la Argentina la amplia mayoría de la población vive en ciudades. El 92 por ciento de la población es urbana.

 

Franco señaló tres indicadores que consideró “preocupantes” en el país:

 

- La cantidad de chicos que viven en viviendas deficitarias. En promedio, el 16,6 por ciento de la población del país vive en ranchos, casillas o viviendas con piso de tierra, o sin agua dentro ni inodoro con descarga de agua. Formosa, Santiago del Estero y Chaco tienen los peores indicadores con 46,9, 46,7 y 42 por ciento respectivamente de su población viviendo en esas condiciones. La Ciudad de Buenos Aires tiene el mejor indicador, con un 1,9 por ciento de habitantes en viviendas precarias, “pero en términos absolutos pueden ser más la cantidad de chicos que vivan en viviendas deficitarias en el ámbito porteño que en Jujuy, por ejemplo, donde el 28 por ciento de la población tiene esas características”, advirtió Franco. Las desigualdades se observan al interior de las ciudades, pero también si se comparan distintas regiones del país. Casi la mitad de los chicos del NOA vive en una vivienda deficitaria, es decir un rancho, una casilla o una vivienda con piso de tierra, o sin agua dentro de la vivienda ni inodoro con descarga de agua. O dicho de otro modo: un niño o niña del NEA o NOA tiene el doble de posibilidades de vivir en un asentamiento que un chico de la región patagónica, reveló Franco.

 

- El 13,6 por ciento de los adolescentes y jóvenes urbanos de 15 a 24 años no estudia, no trabaja y no busca empleo. En total, son alrededor de 590.000 en todo el país, según datos de 2010. “Es un porcentaje que aumentó levemente”, advirtió Franco. En 2004, representaban el 10,9 por ciento y en 2007, 12,3 por ciento. En la CABA son el 5,9 por ciento (22 mil). En Chaco, el 27,5 por ciento. “Esta situación tiene manifestaciones explícitas en las zonas urbanas como las adicciones y la violencia, que no se observan en las áreas rurales”, indicó.

 

- En salud, un problema “recurrente” que afecta a los adolescentes y jóvenes en la Argentina son los accidentes de tránsito, enfatizó Franco. Y dio un dato estremecedor: tres de cada cuatro pibes de 15 a 24 años que mueren pierden la vida por esa causa. “Es una cuestión típica de zonas urbanas”, agregó.

 

El Estado Mundial de la Infancia 2012 señala que uno de cada tres habitantes de una zona urbana vive en una vivienda precaria, una cifra que aumenta a seis de cada diez en Africa. Más de 1000 millones de niños y niñas viven en zonas urbanas, incluidos 196 millones que pertenecen a América latina y el Caribe. Los más vulnerables, dice el estudio, son los que viven o trabajan en la calle, los que habitan en barrios marginales, los niños y niñas migrantes y desplazados, los que carecen de un certificado oficial de nacimiento o los que son víctimas de la trata.

 

Durante las próximas décadas, a medida que avance la urbanización, la mayor parte de los niños y niñas vivirá en una zona urbana, advierte Unicef. En el informe, el organismo internacional interpela a los gobiernos y les plantea como meta “comprender mejor la magnitud y la naturaleza de la pobreza y la exclusión que afecta a los niños y las niñas en las zonas urbanas”. En relación con la educación, ejemplificó Franco, el problema no es la distancia a las escuelas como en áreas rurales, sino que haya vacantes. La contaminación ambiental, que afecta a villas y barrios precarios, impacta en la salud de los chicos y chicas, señaló el representante de Unicef. En el informe, el organismo plantea como desafíos a nivel global para las ciudades el impacto de las migraciones, la violencia urbana, el riesgo de desastres naturales como inundaciones o sismos y las consecuencias de la crisis económica internacional.

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