La Nación, 7 de mayo de 2012
Por Angeles Castro La obra del Borda complica a Macri . Sobran botones de muestra
En el baño del sector destinado a pacientes con patologías mentales severas o asociadas a la drogadicción, un interno se esfuerza por llenar con el agua caliente proveniente de la ducha una botella de gaseosa vacía que hace las veces de termo. "Solamente acá tenemos agua caliente para el mate, no hay en las canillas del baño", explica resignado.
El pabellón central del Borda muestra el deterioro del centenario neuropsiquiátrico de Barracas después de décadas sin mantenimiento. Foto: LA NACION / Hernán Zenteno
La escena transcurre en la planta baja de una de las alas externas del edificio central del hospital José T. Borda, el neuropsiquiátrico para hombres dependiente del gobierno porteño, que funciona en el barrio de Barracas. "Esto es lo peor del Borda", admiten el subsecretario de Planificación Sanitaria de la ciudad, Néstor Pérez Baliño, y el director del establecimiento, Ricardo Picasso.
Pérez Baliño cumple funciones allí por orden del jefe de gobierno, Mauricio Macri. Instaló su despacho en el hospital y allí concurre todos los días para supervisar y agilizar los trabajos de refacción, lo que para muchos funciona como un virtual interventor.
Es que parte del hospital está sin gas para calefaccionar y cocinar desde hace más de un año.
El pabellón central es el que menos mantenimiento ha recibido durante décadas de desidia estatal y en él, desde hace un año, unos 130 pacientes -sobre un total de 750- sufren la falta de gas, lo que obligó a las autoridades sanitarias a brindar agua caliente por medios eléctricos.
El Viernes Santo de 2011, por un accidente, se rompió una subestación ubicada dentro del predio y, al ser revisada por Metrogás, las instalaciones quedaron clausuradas por las graves falencias existentes en los kilómetros de cañerías que alimentan las 16 hectáreas del Borda.
Sin gas, la preparación de la comida debió tercerizarse y realizarse afuera, y el gobierno porteño inició un trabajo contra reloj para restablecer la calefacción y el agua caliente en los 100.000 m2 cubiertos del establecimiento.
El invierno pasado transcurrió entre el frío y las denuncias de la oposición y de los trabajadores del hospital por las necesidades que atravesaron los pacientes. Un año después, los pabellones descentralizados A, B y Amable Jones, así como el edificio en forma de H del pabellón central, volvieron a tener gas de red. Pero permanecen afuera del sistema las alas externas de este último, tal como pudo comprobar LA NACION en una recorrida por el lugar. En ellas, hay un termotanque eléctrico por cada ducha, para asegurar que el agua tome la temperatura necesaria para un baño, mientras que los ambientes se templan con paneles eléctricos.
En tanto, avanza la obra de colocación de 70 splits frío-calor para optimizar la calefacción. Tampoco llega el gas al Departamento de Docencia e Investigación y la biblioteca.
Cuestionados por la oposición, los profesionales, los gremios y la opinión pública por la demora en reponer cañerías nuevas a casi 12 meses del desperfecto, el responsable del área de Recursos Físicos del Ministerio de Salud, Jorge Ducrot, justificó: "Son largos los tiempos de los procedimientos licitatorios en la administración pública".
Los problemas con el suministro de gas conviven con otras irregularidades en el pabellón central: baños con filtraciones, paredes que exhiben filtraciones y viejas humedades, pintura vieja, grafitis políticos, ventanas a las que faltan vidrios y que, sobre todo, cierran mal.
Hoy, explican Pérez Baliño y la directora general de Salud Mental, María Grosso, algo más de la mitad de los 750 internos del neuropsiquiátrico están alojados en edificios reciclados: los mencionados pabellones A, B y Amable Jones, que LA NACION recorrió y observó en buenas condiciones, con todos los servicios asegurados.
La vista del lugar contrastaba con las quejas del personal de limpieza por la supuesta restricción de insumos para cumplir sus funciones.
Para la otra mitad, las buenas noticias son que ya fue adjudicada una licitación para la reconstrucción de los deteriorados baños del pabellón central y que hay otra licitación para la reparación de todas las ventanas y puertas que dan al exterior. Pérez Baliño supervisará personalmente estos trabajos.
Según pudo constatar LA NACION, también muestra un alto grado de avance la refacción de la cocina, en un edificio independiente, que incluyó la instalación a nuevo de la red de gas y el recambio de los desagües, así como el reemplazo de hornos, campanas, chimeneas y cerámicos.
Asimismo, un grupo de operarios trabaja en el lúgubre subsuelo de la cocina, un sector que históricamente sufrió inundaciones y falta de limpieza, y que por ahora sigue sumido en la oscuridad. En ese nivel, con salida sobre la calle Brandsen, se construyen instalaciones que alojarán algunos de los talleres protegidos del Borda, áreas de mantenimiento, y vestuarios y baños para el personal.
Los costos
Obras nuevas y refacciones
Según datos brindados por el Ministerio de Salud porteño, desde 2008 la Ciudad ya invirtió 15.000.000 de pesos en obras edilicias en el hospital Borda. Durante este año serán destinados otros 17.500.000 pesos a mejoras de infraestructura, especialmente en el pabellón central, mientras que se prevé un presupuesto de otros $ 17.000.000 para 2013. En total sumarán 49,5 millones de pesos en obras nuevas y de refacción, incluidas cinco subestaciones de gas, cuatro ya terminadas. El neuropsiquiátrico fue inaugurado hace 149 años. Uno de los cambios más notorios logrados con las obras nuevas fue el reestreno del pabellón Amable Jones, es más antiguo en pie. Su denominación recuerda a un psiquiatra que trabajó en el hospital y fue gobernador de San Juan. Estuvo cerrado más de 20 años y fue reabierto en 2009. Aloja a 110 pacientes en tres plantas.