Tiempo Argentino, 16 de Febrero de 2011
Descubren ocho talleres textiles clandestinos en la Capital Federal
Agentes de la AFIP realizaron los operativos en los barrios de Mataderos, Flores y Floresta. Encontraron 24 extranjeros en condiciones de vida infrahumanas que hacían prendas de la marca MAB en jornadas de 15 horas.
En una serie de operativos realizados ayer en los barrios porteños de Flores, Floresta y Mataderos, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) encontró 24 trabajadores no registrados en situación de sometimiento a la servidumbre en ocho talleres textiles. La mayoría de ellos son extranjeros que desarrollaban su actividad en forma ilegal, vivían hacinados en talleres clandestinos y tenían jornadas laborales de hasta 15 horas. Algunos operarios le dijeron a la AFIP que trabajaban para la marca de ropa MAB.
En los procedimientos en los que se fiscalizaron los ocho talleres fueron encontrados 36 trabajadores, de los cuales 24 no se encontraban registrados. Fue en uno de los talleres, ubicado en la calle Azul, del barrio de Floresta, que la AFIP constató que las prendas ya confeccionadas tenían adheridas etiquetas de la marca MAB.
Ayer, un vocero de la AFIP indicó desde el lugar de los operativos que “en su mayoría, los trabajadores relevados están tercerizados y desconocen quién es su verdadero empleador. Sin embargo, son conscientes de que desarrollan la actividad sin cobertura social y que no les están haciendo los aportes para jubilarse”.
Asimismo, señaló que “la mayoría de los talleres se encuentran en un evidente estado de deterioro”.
Un agente de la Dirección General de los Recursos de la Seguridad Social (DGRSS), una oficina de la AFIP especializada en la fiscalización de seguridad social detalló que “en los ambientes se puede observar deficiencias tanto de luminosidad como de ventilación” y subrayó que, además, “se registró la presencia de cables y llaves eléctricas expuestas que podrían provocar un riesgo para los operarios”.
En el taller de Floresta, los agentes encontraron que contaba con un subsuelo de reducidas dimensiones, que carecía de ventilación. “Allí se constató la presencia de máquinas de coser apiñadas que, si bien no se encontraban ocupadas al momento de la fiscalización, estaban calientes al tacto y tapadas con mantas”, dijo una de las fuentes consultadas. Pero eso no fue todo: en el mismo local, los agentes de la AFIP sintieron en carne propia los horrores a los que estaban sometidos los trabajadores al comprobar también “la existencia de olores nauseabundos provenientes de los reductos que oficiaban, según los residentes, de baños y cocina”.
Durante el procedimiento de la AFIP, los agentes realizaron entrevistas a las distintas personas encontradas en los talleres clandestinos. Así fue cómo se constataron irregularidades previsionales, como la falta de declaración de los empleados. Los inspectores labraron actas individuales en cada uno de los casos.
En el operativo participaron inspectores de la Dirección General de los Recursos de la Seguridad Social y de la Dirección General Impositiva (DGI), ambas dependencias de la AFIP. Además, estuvieron presentes agentes de la Dirección Nacional de Migraciones, del Ministerio de Trabajo de la Nación y de la Gendarmería Nacional.
Anteayer, la AFIP encontró un taller clandestino regenteado por una ciudadana china en la zona de Campana. Allí, la justicia ordenó la primera detención por trata de personas, medida que recayó sobre Wang Xiugin, quien estaba al frente de una fábrica de calzados que tenía 20 trabajadores no registrados –entre los que se encontraban menores de edad– viviendo en condiciones deplorables.
Esta escalada sobre la actividad de los talleres marca un giro de la actividad de la AFIP, en este caso apuntando hacia los talleres clandestinos de cuya existencia se conoce desde hace años y que no han sido erradicados por las autoridades.
En el procedimiento de Campana, en la firma Crisly SRL, los inspectores de la AFIP descubrieron también a empleados extranjeros que no entendían el castellano. Según declararon los trabajadores, luego de su extensa jornada laboral vivían hacinados en la misma fábrica sin las condiciones mínimas de higiene
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