Página 12, 24 de abril de 2019
Hoy se conmemora el Día Internacional Contra el Maltrato Infantil, una fecha que nos invita a reflexionar acerca de la tarea diaria que llevamos adelante y también de aquellos desafíos pendientes que contribuyen a identificar y prevenir las múltiples violencias que padecen niñas, niños y adolescentes.
A diferencia de otros delitos, las estadísticas no dan cuenta de la dimensión de esta problemática dado que no es fácilmente cuantificable. Entre otros factores, debido a que las denuncias pueden ingresar y ser abordadas por distintos canales, efectores y dispositivos o por tratarse de distintos tipos de violencias, donde las víctimas pueden ser directas o indirectas. Y en este sentido, sostenemos que la principal dificultad para abordar este flagelo radica en aquellas violencias que aún no fueron denunciadas y permanecen invisibilizadas.
Cuando dialogamos e intercambiamos experiencias con las distintas instituciones que trabajan con niñas, niños y adolescentes, hay datos que nos interpelan y nos obligan a estar alertas, a trabajar mancomunadamente para proteger y hacer respetar sus derechos.
De acuerdo con los datos que brinda la Organización Mundial de la Salud, una de cada cinco mujeres y uno de cada trece hombres recién al llegar a su adultez pueden relatar haber sido víctimas de abuso en la infancia. Esto da cuenta de lo difícil y doloroso que es para las niñas, niños y adolescentes atravesar y poder denunciar este grave delito.
A su vez, el 80 por ciento de los maltratos relevados son perpetrados por conocidos o familiares de las víctimas, es decir: ocurren intramuros.
Ante esta grave problemática debemos tener un compromiso insoslayable que involucre a toda la comunidad y sea constante. Y también requiere, por parte de los organismos que protegemos los derechos de los niños, un trabajo sistemático y sostenido. Profundizando y mejorando día a día los abordajes que permitan prevenir y erradicar las violencias contra niñas niños y adolescentes.
Siempre hay señales, hay indicadores, solo tenemos que poder identificarlos. Y para ello es esencial concientizarnos, formarnos, conocer las instituciones que protegen sus derechos y fomentar, ante cualquier sospecha de violencia, la denuncia.
La denuncia puede ser anónima. La denuncia pone en marcha todo el sistema integral de protección de derechos de la infancia y adolescencia. Y es tan vital, que puede rescatar a la víctima de su círculo de violencia.
Hace pocos días una joven estudiante pudo denunciar, once años después de terminar su escuela secundaria, los abusos sexuales sufridos durante un viaje estudiantil por parte de un coordinador. También, otro hombre de 39 años denunció que durante varios años en su infancia fue abusado por un hombre reconocido en la comunidad y cercano a su familia y dio testimonio de su padecimiento.
En ambos casos, como sucede con tantas otras víctimas, el mismo patrón se repite: una persona cercana a su círculo de vida, la vergüenza, el sentimiento de culpa, la depresión. Sin embargo, para estos jóvenes ha sido liberador poder visibilizar ese dolor, entender que hay personas e instituciones dispuestas a escucharlos.
Al final del reportaje, el joven de 39 años dijo: "Padecí mucho el miedo a que lo sepan, es un miedo que esclaviza. Desde lo discursivo, todo el mundo se preocupa y condena cuando se habla de abusos sexuales en la infancia, pero en la práctica real, subsiste esa cultura que lo silencia" .
La prevención y la denuncia siguen siendo las herramientas fundamentales para visibilizar y erradicar las violencias hacia los niños. Son poderosas y están en nuestras manos.
Asesora General Tutelar (CABA).
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