Página 12, 30 de noviembre de 2020
En Argentina, el abandono de chicos adoptados es "muy frecuente, con el adicional de que en este caso, porque son chicos de otro país, tiene repercusión pública”, señaló la titular de la Asesoría General Tutelar, Yael Bendel.
Los dos mellizos africanos de 6 años, abandonados por su familia adoptiva en Bahía Blanca, siguen preguntando “¿cuándo vuelve papá?”, en un casi perfecto castellano. Los chicos ignoran que ya no volverán a reunirse con la pareja de argentinos que los había traído hace más de un año al país, desde Guinea-Bisau. Cerca de 500 familias se inscribieron para adoptarlos y una de ellas estaría cerda de lograr la guarda provisoria, con vistas a la adopción, una vez que se resuelvan complejas cuestiones judiciales.
Consultada por Página/12 sobre este nuevo caso de adopción internacional, la titular de la Asesoría General Tutelar, Yael Bendel, sostuvo que “lamentablemente, estos casos son muy frecuentes, con el adicional de que son chicos de otro país”. Agregó que situaciones parecidas “se dan todos los días” en Argentina, con niños nacidos en el país.
Sobre la eventual penalización del abandono, dijo que “el problema es la situación del niño, porque si se penaliza puede pasar que la familia no lo abandone, para evitar el castigo, pero el niño puede sufrir maltrato, negligencia o destrato”, sin que nadie se entere de lo que le está pasando.
El 17 de noviembre, Eduardo Rucci se presentó ante la Comisaría de la Mujer y la Familia, en Bahía Blanca, para dejar a los niños que estaban bajo custodia suya y de su mujer, Natacha Perrig. Argumentó que renunciaban a la adopción “por problemas familiares de adaptación”. La pareja, que tiene domicilio legal en Bahía Blanca, en enero de este año se mudó a la ciudad neuquina de San Martín de los Andes.
Fuentes de esa ciudad, comentaron a Página/12, que “llamaban la atención porque dos de los chicos eran negritos, divinos, pero parecía una familia que estaba bien, pasando un buen momento, y que se habían instalado aquí para buscar tranquilidad, es lo que ellos decían”, comentó Juan Carlos, un vecino del lugar. El matrimonio Rucci-Perrig tiene una hija biológica de 11 años.
Los dos hermanitos quedaron al principio al cuidado de la trabajadora social Letizia Tamborindeguy y de otros integrantes del Equipo Interdisciplinario de la comisaría de Bahía Blanca y desde unos días se encuentran alojados en un hogar de abrigo, mientras la justicia analiza el caso. La adopción internacional se había concretado, en Guinea-Bisau, en agosto del año pasado y los chicos ingresaron al país con una visa turística. Los niños no tienen DNI, confirmaron fuentes judiciales.
En el caso se dio intervención al Juzgado de Familia, al Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), y a los servicios sociales de la zona. La causa es investigada por el fiscal Marcelo Romero Jardín. La causa penal es por la presunta comisión del delito de incumplimiento de los deberes de asistencia familiar, un delito excarcelable que tiene como máximo una pena de hasta dos años de prisión. También se analiza “un posible fraude a la Ley de Migraciones”. Es posible que la causa pase a la Justicia Federal.
Consultada sobre el tema, la asesora tutelar Bendel dijo que “lamentablemente, estos casos son muy frecuentes, con el adicional en este caso particular porque son chicos de otro país y por ese motivo tiene repercusión pública”. Agregó que situaciones parecidas “se dan todos los días, con el agravante, en este caso, de que los chicos no retornan al lugar de donde vienen”.
“La situación se agrava porque los chicos van a un lugar para ellos desconocido, con una cultura distinta, con un idioma que por suerte ellos ya conocen, pero de todos modos no es el idioma de origen, en un contexto que hace más difícil la situación”.
La titular de la Asesoría General Tutelar señaló que existe “una discusión profunda” entre las instituciones relacionadas con la adopción, en el sentido de “si hay que penalizar o no la devolución” de los niños. Bendel sostuvo que “el problema de la penalización es que, si bien se busca un castigo a quienes hacen un daño, hay que tomar en cuenta la protección de los niños”. Explicó que “si yo castigo o le advierto de un castigo a alguien que (llegado el caso) los va a devolver, corro el riesgo de que no los devuelva y luego terminan pasando situaciones de mal trato, negligencia o destrato, de manera que la conveniencia o no del castigo tiene que tener en cuenta la protección de los niños”.
“Lo que sí corresponde, en el caso de estos padres, es que si ya fue resuelta la adopción y los niños ya son sus hijos, tienen que hacer lo que tiene que hacer un padre: cubrir la deuda alimentaria, le tienen que dar los alimentos”. Subrayó que “no pueden decir ya los devolví, listo, no tengo nada más que ver con ellos”. La actitud debe ser otra porque “ya existe el vínculo de padre-hijo y por eso se le deben garantizar los alimentos, por lo menos hasta la mayoría de edad”.
Otro aspecto problemático es que se trata de un caso de adopción internacional, tema en el cual la Argentina tiene una reserva, de manera que no forma parte del sistema. “Por eso no tenemos convenios bilaterales con países, de manera que ese tipo de adopción se realizar mediante un proceso del que no participa la Argentina”.
La adopción se concreta “con las reglas del país donde se adopta, de manera que Argentina no participa en la evaluación, incluyendo el proceso de evaluación vincular y una vez que llega a nuestro país, no hay controles”.
Se trata de “una situación consumada que adquiere la validez de la sentencia de adopción del país extranjero y no hay controles, a nivel local, sobre cómo continúa ese vínculo”.
De igual manera “cuando los adoptantes quieren devolver al niño, no hay ningún organismo que haya trabajado antes con esos niños”. Cuando Página/12 le comentó que cuando la adopción se hace en Argentina, con las reglas locales, al menos hay una evaluación sobre cómo se va desarrollando la relación entre los padres adoptivos y los niños, Bendel puntualizó; “Incluso en esos casos se producen devoluciones de niños”.
Recordó que, en el país, los postulantes a convertirse en padres adoptivos “se quejan porque los trámites son largos, porque las evaluaciones son engorrosas, pero cuando hacen un trámite bancario no se quejan de que tienen que llenar mil papeles, pero cuando si cuando van a adoptar un niño”.
Recalcó que debe tenerse en cuenta que “el Estado les va a dar, al cuidado, a una persona”. Afirmó que “los que trabajamos con niños sabemos que la devolución es una situación dramática, que no digo que sea irreparable, pero es una situación que cuesta mucho reparar para los niños”. Comentó que los periodistas le preguntan “si les damos contención, si les damos terapia, y claro que se la damos, pero esto no es magia. La herida continúa porque es un abandono”.
Para dar una idea de lo que significa la devolución de un niño, recordó la trama del libro autobiográfico de Saroo Brierley Un largo camino a casa. Es la historia de un niño abandonado y sus penurias. “Las que vemos nosotros son también historias reales, no son historias de ficción”.
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