La Nación, 8 de octubre de 2019
Se llama Titán, pero en la oficina todos los dicen Titi. Llegó hace poco más de un mes al Ministerio Público Tutelar porteño para ocupar un puesto inédito: es el primer perro de terapia para asistencia judicial que acompaña a los niños, niñas y adolescentes que ingresan al edificio, situado en Perú 143, porque tienen que declarar en la sala de entrevistas especializada, más conocida como Cámara Gesell. Son chicos que han sido víctimas de algún delito como grooming, abuso sexual, pornografía infantil, maltrato o lesiones, y están allí porque tienen que revivir, aunque esta vez mediante el relato, esa traumática experiencia.
Titán es un golden retriever de 5 años. Desde que cumplió dos meses de vida fue especialmente entrenado para trabajar con niños y adolescentes. A Titán un chico puede apretujarlo fuerte, tirarle de la cola o pisarlo sin querer, pero -como explica Carlos Agudo, el entrenador que lo acompaña todo el día- él interpretará esas conductas como parte de un juego y siempre responderá de la misma manera: buscando caricias y mimos.
"Queríamos mejorar el sistema, que los chicos pudieran declarar en un ambiente adecuado y pensado para ellos. Evaluamos cómo funcionaban distintos programas con perros de asistencia en otros países como Canadá, Francia, España, Chile y Estados Unidos, y decidimos incorporarlo. Vamos de a poco. Hasta ahora Titán participó en dos revinculaciones y algunas declaraciones en la sala de entrevistas especializada. En todos los casos su participación fue muy positiva -dijo Yael Bendel, la asesora general tutelar porteña-. Su presencia es clave en dos instancias: antes de entrar a la sala y al terminar la entrevista. Cuando llegan suelen estar con mucho estrés, angustiados, y cuando se encuentran con la sorpresa de que Titán los está esperando se da un intercambio de cariño que los ayuda a distenderse. La primera vez que lo vimos en acción, lloramos todos. Los chicos piden quedarse un ratito más con él, sacarse una foto. Una nena dijo que lo mejor que le había pasado en todo este proceso había sido Titán". La Asesoría Tutelar, como órgano del Poder Judicial, tiene como misión el control de legalidad de los procedimientos, la promoción del acceso a la Justicia y la protección de los derechos y garantías de niños, niñas y adolescentes.
Resultados positivos
De acuerdo con los reportes del equipo de psicólogos que realizan las entrevistas, la presencia de Titán en el momento previo ayuda a disminuir el estrés en los chicos y mejora la calidad del relato. Titán no puede entrar a la sala, y siempre está acompañado de Carlos, su entrenador. Cuando termina la entrevista, él espera con la lengua afuera al otro lado de la puerta. "En la posdeclaración, según los informes, el encuentro final con Titán sirvió para neutralizar la movilización emocional que generó haber evocado el hecho traumático", explicó Bendel.
Tan positivos fueron los primeros resultados que están pensando en incorporar a otro perro para que se reparta la tarea con Titán. Será de raza labradoodle, pero aún no fue seleccionado.
Hace un año, el Ministerio Público Tutelar inauguró la primera sala de entrevistas especializada que sigue las normas establecidas en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Se diferencia de la tradicional Cámara Gesell, según detalló Bendel, en varios aspectos. "La sala está distribuida en dos pisos. En el piso 12 está la sala de entrevistas y en el piso 10, la sala de observación, con lo cual los chicos nunca se cruzan con los adultos que han sido denunciados por el delito, ni con los funcionarios judiciales ni con las partes involucradas, que pueden presenciar por circuito cerrado de audio y televisión toda la entrevista", señaló Bendel.
A diferencia de lo que ocurre con los procesos judiciales que involucran a menores a nivel nacional, en el Ministerio Público Tutelar porteño los chicos solo pueden ser llamados a declarar en Cámara Gesell por única vez y las entrevistas duran un máximo de 45 minutos. "Hay chicos que han sido llamados a declarar hasta cinco veces y que antes de entrar a la sala se cruzan con el victimario que los observará luego desde afuera. Esta instancia debe ser el comienzo de una reparación, y muchas veces se convierte en una revictimización", concluyó.
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