Página 12, 27 de septiembre de 2020
Por Yael Bendel. Este domingo se celebra el Día Nacional de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en conmemoración de la sanción de la Ley N° 23.849. Hace 30 años nuestro país incorporó la Convención sobre los Derechos del Niño a la legislación nacional, y estableció las bases del sistema de protección integral de derechos de la infancia y la adolescencia.
La ratificación de la Convención otorgó a las niñas, niños y adolescentes el reconocimiento como sujetos plenos de derechos a partir de la consideración de cuatro principios fundamentales como son: el derecho a ser oído, a la no discriminación, a la vida y desarrollo integral y a priorizar siempre su interés superior.
La legislación interna de Argentina incorporó estos principios a través de diversas leyes tanto locales como nacionales, como por ejemplo la ley 114 de 1998, de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires, la ley nacional 26061 de 2005 de Protección integral y, la más reciente, en el año 2014 el Código Civil y Comercial. También la ley n° 26743 de Identidad de Género del año 2012 consolidó ese enfoque a través del reconocimiento de la capacidad progresiva y del derecho a la identidad de género de niñas, niños y adolescentes.
Estas leyes plasmaron los principios fundamentales de la CDN en regulaciones que pusieron su eje en la consolidación del ejercicio de los derechos de ciudadanía.
Sistemas anteriores a la Convención ponían el acento en niñas y niños en condiciones particulares de vulneración de derechos que casi siempre estaban vinculadas a situaciones de marginalidad social. Esa mirada se desprende de los antecedentes parlamentarios de la Ley de Patronato de Menores del año 1919, donde claramente no se pensaba un sistema de protección de derechos integral que incluyera a todas las niñas y niños.
La Convención nos condujo a observar que los derechos de las niñas, niños y adolescentes no debían ser ejercidos solo en situaciones de vulnerabilidad social, sino en todos los ámbitos donde las chicas y chicos desarrollan su vida.
Hoy la pandemia nos plantea una situación sin precedentes a nivel mundial, decimos que el mundo no será el mismo. Seguramente será un mundo más desigual porque se han acentuado la pobreza y la marginalidad y sabemos que las niñas, niños, adolescentes, las personas mayores de edad y aquellas que son usuarias de los servicios de salud mental son las más vulnerables. Como sociedad y como Estado sabemos que allí deberemos poner el foco para poder revertir los daños que la post pandemia dejará.
Cuando realizamos una conferencia junto Luis Pedernera Presidente del Comité de los Derechos del Niño de la ONU se refirió a la situación de la participación de las chicas y chicos: "A los niños no les hemos permitido convertirse en sujetos sociales con representación política. La escucha comienza en la familia, continúa en la escuela y luego en las decisiones de la comunidad. Hay que enseñar, diseñar espacios y sostener políticas públicas que generen las condiciones para que los niños puedan expresarse. A participar se aprende participando. El gran esfuerzo debe ser de los adultos para generar instituciones saludables para la participación de los niños. Debemos transformar nuestras formas de trabajo para que la voz de los niños esté presente".
A 30 años de la incorporación de la CDN seríamos injustos si no habláramos de importantes avances en materia de protección y promoción de derechos pero sabemos que este camino se recorre todos los días y que en cada uno de ellos, tenemos algo que aprender y reflexionar. Uno de los grandes desafíos de una agenda futura es darle voz genuina en los temas que involucran a niñas, niños y adolescentes.
* Asesora general del Ministerio Público Tutelar.