Clarín, 29 de enero de 2010
Por Emilio García Méndez, ex Diputado Nacional y experto en leyes para la infancia.
La tragedia que se abatió sobre Haití tiene un componente adicional: la suerte de su infancia. Una fiebre adopcionista se ha desatado en estos días. No me refiero aquí a los normales procesos de adopción dentro de los cuales siempre de alguna manera está presente una respuesta dramática individual a un problema dramático individual. Procesos en los que se han agotado todas las instancias posibles de vincular a los niños con sus familias biológicas de origen o incluso con su núcleo familiar mas extendido.