El Ancasti, 24 de diciembre de 2019
Las palabras sí importan. Para designar determinadas realidades, no da lo mismo usar un vocablo que otro. El lenguaje está en constante mutación, y una de las causas de esta transformación permanente es que cambian la realidad y los valores vigentes.
Las palabras debilitan, pero también empoderan. Denigran, pero también enaltecen. Hasta no hace mucho, las personas con discapacidad eran nombradas con términos hirientes, estigmatizantes: locos, dementes, lisiados, inválidos, impedidos, subnormales.
La Justicia, con buen criterio, también evoluciona hacia criterios más ajustados a los nuevos paradigmas, incorporando términos que considera más adecuados para describir la realidad actual del Derecho.